No encuentro consuelo
ni en las más bellas poesías
ni en los apagados ojos
de un amor que no revive
No siento en mí paz
ni en el aire que fresco respiro
ni en la nube de odio
que imnotiza mi alma
Perdido y desterrado
en un abandono del Dios mismo
que ni su pena me ha dado
ni tampoco le he rogado
El amanecer podrá llegar
y rescatarme del abismo
con su luz incandescente
con su llanto prematuro
Pero el tiempo es un mar de incertudumbre,
el futuro no está frente a mis ojos
sólo la espina sangrando el dolor
de un pasado irremediable.
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