Nuestras buenas y nuestras malas acciones nos siguen casi como una sombra. (Buda)
Primera Parte - La ruta
La lluvia ocultaba su sudor, la tormenta mezclaba con sangre las gotas de miedo que bajaban por su rostro desangrando en su cabeza lo que terminaba de confirmar.
Regresó al auto pálido como un mármol, sin aliento,
su traje mojado le quemaba igual que todo el alcohol que había bebido en esa maldita fiesta y el peso del barro en sus zapatos era apenas el inicio de una carga mucho mayor.
Abrió la puerta, entró rápido y se quedó en silencio, sosteniendo el volante unos segundos que fueron eternos, un vació inmenso en la oscuridad de la noche, la mirada perdida en la banquina de la vieja ruta, mientras su mujer temblaba en el asiento a su costado, sin poder mirar lo que acababa de suceder afuera, sin poder hablar, como un testigo del aliento de la muerte.
De pronto toda su vida se le vino encima, como un apocalípsis premeditado.
- Está muerto.
Su voz entrecortada fue apenas un tibio susurro que sonó a noticia desgarradora en los oídos de su esposa.
- Está muerto, lo maté.
Repitió con exacta certeza por lo que acababa de ver.
Su manos temblaban, no podía controlarlas, alcanzó a sostener las llaves y encendió el motor de su viejo falcón negro en el mismo instante que tomaba la decisión, consciente en su falta, de acelerar para no volver a mirar hacia atrás, sin saber que los pecados que se cometen en el camino nos siguen como sombras durante toda nuestra vida.
Ésta es la historia de una de ellas..
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